El Papa Francisco se ha caracterizado por tener a los más marginados por la sociedad en la mayor de sus consideraciones. Esto ha sido habitual desde su llegada al Vaticano, y le valió una enorme admiración de parte de sus fieles como asi también la crítica de algunos detractores.
La Navidad es una época muy especial para la fe cristiana, y desde el catolicismo se llevan adelante numerosas tradiciones en estos días. Este jueves, el Papa Francisco abrió una Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia, en Roma, un gesto simbólico para llevar la esperanza a todos las personas encarceladas.
Esta puerta se suma a las cuatro tradicionales Puertas Santas -la de la basílica de San Pedro y las romanas San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor- que los peregrinos pueden atravesar durante el Año Santo para obtener la indulgencia, el perdón de los pecados.
“Quería que la segunda Puerta Santa estuviera aquí, en una cárcel. He querido que cada uno de nosotros, que estamos aquí dentro y fuera, tengamos la oportunidad de abrir de par en par las puertas de nuestro corazón y comprender que la esperanza no defrauda”, destacó el Papa Francisco antes de atravesar la Puerta Santa y entrar en la capilla de la cárcel donde se celebraba la misa.
Mensaje de Navidad
Para esta ceremonia, se hicieron presentes alrededor de trescientos reclusos y personal de la policía penitenciaria. El Papa Francisco explicó que “la gracia de un Jubileo es abrir de par en par los corazones a la esperanza” y agregó que “la esperanza nunca decepciona”, y pidió a los presentes que a pesar de los momentos difíciles “nunca pierdan la esperanza”.
“La esperanza nunca decepciona”.
También el Papa Francisco pidió a todos que se abran siempre las puertas, “especialmente la puerta del corazón” porque “cuando está cerrado se vuelve duro como una piedra. Se olvida de la ternura incluso en las situaciones más difíciles”.
“Os deseo un gran Jubileo, os deseo tanta paz. Todos los días rezo por vosotros, de verdad. Pienso en vosotros y rezo por vosotros”, dijo por último el santo padre en su mensaje a los reclusos romanos.
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