Con el apoyo del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, la administración de Joe Biden negoció un cese al fuego entre Israel y El Líbano. Todo es parte de un plan para poder terminar con el poder de fuego de Hezbollah, deshacerse de Hamas y contener a Irán para acabar con la crisis geopolítica de Medio Oriente.
Por el momento, Estados Unidos tiene el apoyo de Francia y Alemania en esta cruzada. A esto se suma el gobierno del Líbano que quiere terminar con su dependencia de Irán y del premier israelí Benjamín Netanyahu, quien se enfrentó a los más conservadores de su gobierno, quienes no querían la tregua de 60 días.
La negociación fue posible gracias a la invasión de Israel al sur del Líbano, que terminó por diezmar a Hezbollah, anuló a sus principales comandantes terroristas y destruyó arsenales así como líneas de provisión de armamento que solía llegar desde Siria. Esto facilitó el trabajo del premier Najib Mikati para aceptar la tregua.
El plan de Estados Unidos y la apuesta del G7 es que Mikati pueda llamar a elecciones para dar inicio a una transición democrática que termine aislando a Irán y quitándole influencia en el territorio. El G7, además de apoyar la tregua, aportará fondos para la reconstrucción luego de los ataques israelíes.
Una transición democrática que termine aislando a Irán.
La tregua
La idea de Estados Unidos es que en estos 60 días se retiren las tropas de Israel del sur del Líbano, que los terroristas de Hezbollah se muevan al norte del río Litani y que el ejército libanés ocupe toda la zona que fue escenario de guerra. Si bien Netanyahu desconfía de Hezbollah, durante la negociación de la tregua resolvió un mecanismo político que le permite avanzar si considera que el grupo terrorista prepara una ofensiva en territorio israelí.
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